sábado, 29 de julio de 2017

Medea, Jasón y el Vellocino de oro


Medea era una mala integral, de las que no defraudan. Cuando se enamora de Jasón parece ser que pierde el norte y no hay nada que la frene hasta conseguir sus fines. Eurípides la representa asesinando a sus propios hijos por despecho de Jasón, que era el padre, cuando éste decide casarse con Glauce, la hija de  Creonte, rey de Corinto. Otras variantes mitológicas suavizan el tono y dicen que no era para tanto, que Medea en el fondo no era tan mala. Bueno, igual resulta que tenía un corazón de oro y la pobre en realidad no había roto un plato. Vete a saber. En esta pintura aparece mandando a su propio hermano Apsirto a las profundidades del mar. El cuadro es muy benevolente porque en realidad la mitología nos cuenta que lo descuartizó antes de mandarlo con Poseidón.  Están a bordo de la nave Argo, tripulada por los argonautas, la que llevó a Jasón en busca del vellocino de oro. Durante esa ardua aventura Medea se había enamorado como una adolescente de Jasón, fue un amor a primera vista,  y con sus dotes de hechicera le había prestado una inestimable ayuda para conseguir su objetivo. Volvían ella, Jasón y su hermano con el preciado trofeo, el vellocino de oro, la piel y la lana dorada del mítico carnero Krysomallos, el que se convirtió en la constelación Aries una vez que fue sacrificado. Se conoce que no le cuadraba mucho que su hermano continuara viaje con ellos y la pobre no tuvo más remedio que deshacerse de él.  En fin, qué se le va a hacer... Bueno, bromas aparte, hay que reconocer que los griegos no se andaban con rodeos a la hora de retratar la complejidad de la condición humana. En los mitos late todo un subconsciente colectivo del que afloran pasiones, acciones extremas, trangresiones, etc...No es de extrañar pues que los pioneros del Psicoanális, con Freud a la cabeza, bucearan en ellos a la hora de dar respuesta a muchos indescifrables misterios del comportamiento humano.

(Texto: © Mariano López A. Abellán)

 El vellocino de oro. (1904) Óleo sobre lienzo (155 x 272,5 cm).
Bradford Museos, Galerías y Patrimonio (Cartwright Hall)
Herbert James Draper (Londres, 1863 - 1920)

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