jueves, 5 de octubre de 2017

Carlos V, kaiser del Primer Reich.



  Unas breves notas sobre este soberano que terminaría dando nombre a un conocido brandy.

 Carlos I de España y V del Sacro Imperio Romano - Germánico nació en Gante. Su madre, la que pasaría a la historia como Juana la Loca, lo alumbró en unos lúgubres excusados después de sentirse indispuesta mientras asistía a una fiesta palaciega.
Aterrizó en España como un caballo en una cacharrería, sin apenas hablar castellano y rodeado de una corte de flamencos que a buen seguro serían vistos como marcianos por los naturales del país.  Aparte del choque con las Comunidades en Castilla, tuvo al principio algunos desencuentros en Aragón  y Valencia por su escasa sensibilidad a la hora de respetar ciertos aspectos formales de la foralidad de esas comunidades. Con el tiempo se afianzaría su adaptación a la idiosincrasia española
A los veinte años alcanzó la dignidad imperial. La coronación como emperador se desarrolló en dos ceremonias cargadas de simbolismos destinados a  sustentar la grandeza a la que se elevaba. La primera tuvo lugar en Aquisgran. Allí, de manos del arzobispo de Colonia recibió los atributos imperiales frente a la tumba de Carlomagno: la espada de éste, el globo, símbolo del orbe, el cetro y la corona. Este ceremonial le confería el título de Rey de Romanos. Pero era un paso previo. Faltaba una segunda coronación a cargo del Papa que tardaría diez años en llegar.
Lo que pasa es que el Santo Padre se había alineado con Francisco I de Francia en la pertinaz pugna que el monarca francés mantenía con Carlos V. Los acontecimientos terminarían propiciando el llamado "Saco de Roma" en el que las tropas imperiales formadas por los tercios católicos  españoles y los lansquenetes luteranos sometieron a la ciudad del papado al más despiadado de los pillajes, mientras que Clemente VII  tenía que huir espantado. Carlos V manifestó sentir desolación por el comportamiento de sus tropas y  el Santo Padre se quedó a partir de estos hechos más suave que un guante.
Así, en 1530, en una Bolonia engalanada para la ocasión, con una arquitectura efímera deslumbrante, tuvo lugar la segunda ceremonia que consumaba la coronación imperial. El Papa ungió con un santo óleo, como a los antiguos reyes de Israel,  al monarca de los Austrias que se arrodillaba para simbolizar la sumisión del poder temporal al poder espiritual. El ritual consistía en realidad en una doble coronación. Primero fue tocado con la corona de hierro de los longobardos, que le confería la dignidad de Emperador de los Germanos, y dos días después ceñía la corona dorada imperial como Emperador de los Romanos. Acto seguido, el recién nombrado Emperador sujetaba el estribo de la cabalgadura del Papa en señal de sumisión y después daban juntos un paseo a caballo. A continuación se dio un banquete de los que hacen época.. Tras todos estos protocolos y ceremoniales se consumaba su coronación como Emperador del Sacro Imperio Romano - Germánico. Esta estructura política también se conoce como el Primer Reich,  para distinguirlo del Segundo, fundado en 1871 tras la guerra franco-prusiana y que duró hasta 1918 (una vez concluida la Primera Guerra Mundial) y del Tercero, correspondiente a la Alemania nazi.
Por otra parte,  el monarca de los Austrias asistió durante su reinado a la irrupción de lo que supuso un auténtico terremoto geopolítico y espiritual de largo alcance cual fue la Reforma luterana. Este hecho marcó de manera significativa toda su trayectoria como mandatario.

 Como curiosidades cabe decir que Carlos V destacaba por el gran prognatismo de su mandíbula (típico de los Austrias), quizá más acentuado que el que aparece en sus retratos oficiales, era un gran degustador de cerveza y muy aficionado a los relojes y a los mecanismos de relojería aplicados a figuras y juguetes articulados. Padeció una dolorosísima gota que marcó sus últimos días. Sobrevivió casi veinte años a su querida esposa Isabel de Portugal a la que siempre añoró. De hecho nunca volvió a contraer matrimonio.
Al final de su vida, y tras un periodo de dudas y  reflexiones,  abdicó en su hijo, (que ostentaría el trono como Felipe II) para la gobernación de España y las Indias y en su hermano Fernando para asumir la dignidad imperial como Rey de Romanos.
Terminó retirándose al monasterio de Yuste (que desde aquí recomiendo visitar a los que no lo conozcan) donde falleció de paludismo un año y medio después.

Carlos V a caballo en  Mühlberg. Tiziano. (1548). Museo del Prado.

  (Texto: © Mariano López A. Abellán)


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