lunes, 6 de noviembre de 2017

P.G. Wodehouse, creador de Jeeves.


 ¿Alguien ha leído a P. G. Wodehouse (1881- 1975)? Yo lo  descubrí hace un montón de años siendo un crío porque mi padre pidió un libro suyo al  Círculo de lectores. Era un escritor británico cuya obra más popular está constituida por  una serie de relatos humorísticos ambientados en la época eduardiana.  Estos narran  las aventuras y peripecias de un joven aristócrata zángano y zascandil, Bertie Wooster, cuyos mayores apuros pueden llegar a consistir en salir airoso de algunas encerronas que perpetra contra él su malhumorada tía Ágatha  con el objeto de que siente cabeza y se case con alguna chica  de la alta sociedad.
  Bueno, las situaciones con las que se enfrenta, los líos en que se mete son de este tenor aunque no siempre tenga que andar por medio tía Ágatha ni conlleven un paso por el altar para desposarse. A veces su problema  también puede estribar, por ejemplo,  en que se haya enamorado de alguna muchacha y tenga que competir en desventaja con algún rival cuyas incontestables bazas, según analiza el pobre Bertie, vienen dadas porque su competidor está convaleciente (lo cual despierta la atención y el instinto maternal de la bella pretendida) y  encima "tiene el cabello ondulado". Como vemos, problemas de una gran trascendencia. Aunque normalmente todo se resuelve al final  en el sentido que en realidad desea el joven aristócrata cual es llevar una vida de solterón despreocupado que queda con los amigotes en el club para almorzar mientras hablan de carreras de caballos y bellas mujeres. No son problemas existenciales ni metafísicos precisamente. Lo que pasa es que Wodehouse dibuja todas estas situaciones con una sonrisa y nos transmite la sensación de que el humor todo lo redime y da sentido a nuestra vida de lectores. 
  Pero el auténtico protagonista de estas historias no es el joven Bertie sino su mayordomo Jeeves.  Las tramas de estos relatos, muy ingeniosas en general,  se enredan siempre de tal manera que al frívolo y atolondrado joven lo llevan indefectiblemte a un callejón sin salida del que lo rescatan el ingenio y la enorme inteligencia de su flemático ayuda de cámara. Éste, hermético, parco en palabras, insondable, dispone siempre al final las finas estrategias que ha de seguir su señor para salir del enredo. Es curioso porque en un tipo de narrativa tan aparentemente clasista y alejada de la crítica social se nos estaría mandando el subliminal mensaje de que la profundidad, la agudeza y el análisis racional   los ostenta el mayordomo en claro contraste con el cabeza de chorlito de su amo.
 Bueno, se trata de una literatura amable, que recrea con un humor muy fino pero sin apenas ánimo de crítica las vicisitudes de personajes de la alta sociedad inglesa de la época cuyas vidas transitan en medio de la más absoluta superficialidad y frivolidad. Pero es también una literatura optimista que rezuma ingenio, humor de media sonrisa e inteligencia.
(Texto: © Mariano López A. Abellán)


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