martes, 1 de mayo de 2018

George Friedrich Händel.



Para apreciar la inmensa influencia  que tuvo la obra del músico alemán (sajón) Händel sobre importantes aspectos culturales y sociológicos del pueblo inglés vale la pena transcribir unas palabras de Wagner extraídas de su autobiografía. En este fragmento, el autor de Tristán e Isolda rememora una visita que hizo a Londres invitado por la Sociedad Filarmónica de la ciudad:

 "Llegué a comprender el verdadero espíritu de la cultura musical inglesa, que está relacionado con el espíritu del protestantismo inglés. Esto se refiere al hecho de que un oratorio atrae al público más que una ópera. Otra ventaja se asegura por el sentimiento de la audiencia de que una tarde pasada escuchando un oratorio se considera una especie de servicio religioso, y es casi tan aceptable como ir a la iglesia. Todos tienen en sus manos una partitura de piano de Händel del mismo modo que se tiene en la iglesia un libro de oraciones. Estas partituras se venden en la taquilla en ediciones baratas y son seguidas con la máxima atención... Por ejemplo, al comienzo del coro "Aleluya" todos consideran apropiado ponerse de pie."

 Händel, antes de recalar en Inglaterra era ya un experimentado viajero. Hay quien dice que se le puede considerar el primer ciudadano europeo de la Historia. Pasó unos años de su juventud, de 1706 a 1710 (había nacido en 1685, el mismo año que Bach) en Italia, uno de los periodos menos documentados de la estudiadísima historiografía händeliana. Lo que podemos decir es que allí, con tan pocos años, compondría auténticas obras  maestras, como el celebérrimo "Dixit Dominus", escrito  a partir del Salmo 110. Es paradójico observar cómo un luterano hasta la médula como él recala en el  Sancta Sanctorum del catolicismo y compone la música inequívoca de los por él llamados papistas. Así, llega a convertirse en un auténtico maestro en el arte del motete.
 Pero sería en Inglaterra donde Händel alcanzó las mayores cotas de excelencia musical. Una sucesión interminable de óperas y oratorios reflejan la prometéica actividad inglesa  de este alemán. Estas obras, muchas de ellas de obligada referencia en la programación de los actuales circuitos musicales (no fue siempre así,  como veremos en algún próximo post, si saco tiempo para ello) están atravesadas de arias que atrapan al oyente como las sirenas lo hacían con Ulises.  Händel dominaba como nadie  cierta forma de gestar melodías  que enlazaban plenamente con la sentimentalidad de los oyentes. Usaba el "aria di capo", con una estructura ABA en la que el tema inicial retornaba para cerrar la pieza. (Por cierto,la gira de Serrat, "Mediterráneo Di Capo", hace referencia a este volver al principio para clausurar el ciclo, perdonada me sea esta disgresión).
   En este cuadro  (Rinaldo y Armida), Anthony Van Dyck (Amberes, 1599 - Londres, 1641) nos ofrece una de las múltiples manifestaciones pictóricas a las que dio lugar el episodio del héroe de "La Jerusalen liberada" del portentoso y atormentado poeta Torcuato Tasso. Y la recreación de las peripecias de Rinaldo es también el asunto central de la  emblemática ópera de Händel que lleva por título el nombre de su protagonista. En ella brilla con luz propia una de las arias más hermosas de la historia de la música, "lascia ch'io pianga".

(Texto: © Mariano López- Acosta)

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